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Máscaras de piel humana y tazones con cráneos: el horror real detrás de Ed Gein, el asesino que inspiró a los monstruos del cine

En noviembre de 1957, un operativo policial en Plainfield, Wisconsin, reveló una de las escenas más perturbadoras en la historia criminal de Estados Unidos. En la casa del granjero Ed Gein, los agentes hallaron máscaras hechas con piel humana, tazones elaborados con cráneos, sillas tapizadas con piel y restos mutilados de mujeres, incluido el cuerpo desmembrado de Bernice Worden, su última víctima.

Las imágenes del hallazgo —que hoy forman parte de los archivos policiales— estremecieron a la nación y marcaron un antes y un después en el estudio del crimen y la psicopatía. Este caso inspiró a algunos de los villanos más icónicos del cine de terror, como Norman Bates (Psicosis), Leatherface (Masacre en Texas) y Buffalo Bill (El silencio de los inocentes).

El pueblo tranquilo que ocultaba un monstruo

Plainfield, un pequeño pueblo de unos 700 habitantes, representaba el ideal de la América rural. Nadie sospechaba que tras la fachada de un granjero solitario se escondía un asesino con una mente perturbada.
Ed Gein era un hombre reservado, marcado por una infancia de abuso emocional y un fanatismo religioso inculcado por su madre Augusta, quien le infundió un profundo desprecio por las mujeres.

Las fotografías del espanto

El 16 de noviembre de 1957, la policía ingresó a su vivienda y quedó horrorizada por lo que encontró. Las cámaras registraron una colección macabra:

  • Máscaras confeccionadas con piel humana.

  • Tazas y ceniceros hechos con cráneos.

  • Un cinturón formado por pezones de mujeres.

  • Muebles tapizados con piel.

  • El cuerpo mutilado de Bernice Worden, colgado de un gancho como si fuera un animal de caza.

Estas imágenes se convirtieron en una evidencia visual clave del horror y en material de análisis psicológico y forense por décadas.


Un santuario para su madre

En contraste con el caos del resto de la casa, el cuarto de su madre permanecía limpio, intacto y cerrado con llave. Gein lo conservó como un santuario. Su devoción obsesiva hacia Augusta, sumada a su aislamiento social, lo llevó a desarrollar un complejo de Edipo extremo, alimentando su fijación con los cuerpos femeninos.

Investigaciones posteriores sugirieron que Gein podría haber asesinado a su propio hermano, Henry, tras una discusión en la que este criticó la relación enfermiza con su madre.


El perfil del asesino

Tras su captura, Ed Gein fue diagnosticado con esquizofrenia y psicosis severa. Fue declarado mentalmente incompetente y enviado al Hospital Estatal Central de Wisconsin, donde permaneció hasta su muerte el 26 de julio de 1984.


Del crimen real al mito cinematográfico

El impacto de las imágenes de Plainfield trascendió los expedientes judiciales. Inspiraron la creación de los asesinos más emblemáticos del séptimo arte:

  • Norman Bates, de Psicosis (1960), obra de Alfred Hitchcock, basada en la novela de Robert Bloch, quien se inspiró directamente en Gein.

  • Leatherface, de Masacre en Texas (1974), de Tobe Hooper, caracterizado por usar máscaras humanas y muebles hechos con restos de sus víctimas.

  • Buffalo Bill, de El silencio de los inocentes (1991), creado por Thomas Harris, quien incorporó el fetichismo y la obsesión corporal de Gein en su personaje.


El legado visual del horror

Las fotografías originales del caso —hoy exhibidas en museos de criminología y documentales especializados— son consideradas piezas fundamentales para entender la psicología criminal moderna.

Actualmente, Netflix revive la historia con la serie “Monstruo: La historia de Ed Gein”, protagonizada por Charlie Hunnam, que explora la mente del asesino y los eventos que dieron origen al mito.
La producción se ha convertido en una de las más vistas de la plataforma, reavivando el debate sobre los límites del mal y la fascinación del público por los asesinos reales que inspiraron al cine de terror.

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